jueves, 14 de junio de 2012

CARTA A MI NIETO


Conseguí el apellido
apostando a los dados mis bueyes.
Me casé con tu abuela
su nombre era María Mercedes.


La primera casa que tuvimos
estaba en el campo,
era hermosa, encalada,
y en la puerta había un arco.


En invierno olía a rosa,
en verano a jazmines.
por las tardes yo peinaba
a los caballos esas crines.


La galleta horneada era ley
en cada desayuno,
como aquel olor ex matutino,
aseguro, no hay ninguno.


La primera discusión llegó
tras decir si perro o gato,
y fue tal la discusión
que acabé comprando un pato.


Al final era una pata
que engendró muchos patitos,
que tu abuela adoraba,
y yo odiaba, lo admito.


El verano dejó tras su paso
el camino al otoño.
Y la vida nos dio a nosotros
un tierno retoño.


El retoño creció hasta pronto
volverse un niño,
que gustaba jugar en la arena
y los pepinillos .


Que rompió su osamenta
jalándole el crin al caballo,
que cayó a la acequia
más veces de las que ha contado.


Pasado unos años
el viento tumbó nuestra casa,
menos mal que a esa hora
no había nadie en la cama.


Fue así que a la fuerza
tuvimos que dejar el rancho,
me llevé los caballos, los libros
y al hijo en brazos.


Tiempo luego una adolescente
llegó a la casa,
de la mano de mi joven hijo,
yo dije ¿qué pasa?


Me miró y me dijo:
"papá te presento a mi novia,
la presento ella es Margarita,
es la hermana de gloria"


Yo pensé a esa chica la veo
y me da buena espina,
además ya me dijo joaquín
estudia medicina.


Pronto ellos también de mi lado
acabaron volando,
para esto, a tu abuela, el señor
se la había llevado.


A los años volví a ver a mi hijo
y una criatura
en los brazos de Margarita
brotaba ternura.


Ahora años después
cuando siento que éste es mi epitafio
te redacto esta carta, mi nieto,
he aquí mi relato.


El relato en donde te cuento
en resumen mi vida,
deseando a la tuya por siempre
flotar de alegría.


Alonso Quijano
Pucallpa - 14/06/12